Es miembro de la Academia Internacional de Cerámica (IAC), directora del Taller HuaraHuara y de Esteka, revista chilena de cerámica contemporánea. Ha publicado dos libros. Muchos ceramistas en el mundo reconocen su nombre pero unos pocos tenemos el privilegio de ser o haber sido sus alumnos. Ruth Krauskopf se da un tiempo para Qemantica, nos habla de su maestro Peter Voulkos, nos muestra sus esculturas y su colección de tazas, platos y boles de gres torneados por ella misma. No hay duda de que estamos frente a una eminencia y que aprender desde el rigor que profesa es tan necesario como ser perseverante y pensar también con las manos para alcanzar la excelencia. El lenguaje puro y único en la cerámica.
 

¿Qué es lo que más recuerdas de tu infancia que tenga relación con la cerámica?

Tuve mis inicios ¨modelando¨ un material muy plástico, el mazapán, cuando niña, en la Fábrica de bombones y mazapán de mis padres en Valdivia, en el Sur. Disfrutaba enormemente con esa actividad. Por eso iba a menudo a aprender de las operarias, verdaderas artistas que podían hacer cualquier cosa de mazapán.

 
¿En qué momento de tu vida te das cuenta de que te habías enamorado de la cerámica?

En cuanto toqué la pasta en el taller de la Escuela de Artes Aplicadas (que no existe hoy) de la Universidad de Chile. El profesor era Luis Mandiola y fue un privilegio ser su alumna. Aprender con un buen maestro es fundamental. Es fácil ¨deformar¨ con una mala educación, pero Mandiola tenía claro los temas de rigor, creatividad y claridad de objetivos. Transmitía el placer que le daba crear. Y eso es tan importante. El taller tenía instalaciones precarias, pero el ambiente enriquecedor compensaba por ello.

 
¿Qué anécdota nos puedes contar sobre tu maestro Peter Voulkos y cómo lo definirías como artista?

Por las vueltas de la vida, posteriormente, tuve la suerte de ser alumna, en La Universidad de California, Berkeley, del gran artista del siglo XX, Peter Voulkos. Tuvo mucha influencia en mí, como todos los grandes tienen sobre sus alumnos. Demoré años en encontrar mi propia voz. Voulkos no era directivo. Hacía demostraciones unas pocas veces cada trimestre y nosotros lo observábamos. Luego disponíamos del taller las 24 horas del día, todos los días, para trabajar. A fines del trimestre el hacía una crítica de cada uno de nuestros trabajos. En una de las demostraciones Voulkos se cortó profundo una mano con una espátula. Sangraba profusamente, pero su ensimismamiento en lo que hacía era tal, que siguió trabajando sin detenerse. Trabajaba escuchando cante jondo, música flamenca a gran volumen, y el ambiente se cargaba de intensidad.

 
¿Es más fácil ser ceramista hoy?

Es mas fácil hacer cerámica hoy. Hay acceso a materiales y literatura, internet y Youtube. Pero, pienso que igual que antes, es difícil ser ceramista. Ser ceramista implica, para mi, plasmar una identidad propia y eso no es fácil.

 

Actualmente, gracias a internet, se pueden ver piezas y conocer a ceramistas de casi todos los continentes. Es más fácil imitar o copiar para muchos. ¿Por qué crees que esto sucede y de qué manera se puede dejar de copiar hasta lograr un lenguaje propio?

Indudablemente la globalización ha traído consigo el interesante fenómeno que ciertas percepciones maduran al mismo tiempo en distintas partes del mundo. En esas ocasiones, artistas muy alejados geográficamente llegan en tiempos similares a temáticas o lenguajes relacionados entre sí. Esto es lógico en un mundo en que todos compartimos la misma cultura y conocimientos. Sin embargo, creo que aunque el conocimiento ayuda, no hay que tener toda la información mundial para percibir cuando una obra es compleja, profunda, producto de un largo desarrollo de lenguaje visual. No se necesita todo ese bagaje cultural para percibir la sensibilidad verdadera en un trabajo y diferenciarlo de la copia o de un producto de la moda. En este contexto social, los artistas nos vemos obligados a asumir la difícil tarea de abrir espacios para nuestro trabajo. De buscar a ese buen público que tiene los ojos abiertos a la reflexión, a la poesía. De contactar y entusiasmar a entidades culturales que sepan reconocer la diferencia y no dejen de apoyar el arte como reflexión. Tu pregunta sobre las consecuencias de internet es importante y muy pertinente a los tiempos que vivimos. Creo que solo trabajando, día tras día en el taller, puedo desarrollar una voz personal. La teoría, el concepto y el trabajo de otros artistas que admiro son relevantes, pero no son lo único. Como ceramista, esencialmente pienso con las manos y crezco en el hacer.

"Aprender con un buen maestro es fundamental. Es fácil ¨deformar¨ con una mala educación”
 
¿Qué opinas de los ceramistas artistas contemporáneos? ¿Qué es lo que menos te ha gustado?

Creo que en la cerámica contemporánea se dan las mismas cualidades y defectos que antes. Siempre han existido personas facilistas, otras que buscan figuración a través del arte, y a veces incluso equivocadamente, buscan dinero en una actividad que casi nunca lo da. Pero, afortunadamente también existen quienes están en esto porque disfrutan creando, porque tienen una compulsión por expresarse o por plasmar mundos poéticos. Con humor, con belleza, con dolor, con lo que sea, pero siendo verdaderos. Creo que es evidente que me gustan menos los primeros!

 
¿Cuál de todos los ceramistas chilenos es el más destacado?

Soy contraria a la jerarquización. Más aún cuando no ha pasado el tiempo para decantar. Se necesita un país entero que ame la poesía para que surja un Neruda, un Gonzalo Rojas, un Enrique Lihn. Es bueno que existan muchos haciendo cerámica. El tiempo dirá.

 
Cuéntanos de qué manera empiezas tu día. Te gusta trabajar más tiempo sola o en el entorno de conversación que se genera en su taller?

No soy una persona sistemática. Empiezo cada día de otra manera... a excepción del café que sí me tomo todas las mañanas. Necesito estar sola y también el valioso estímulo generado por la gente que asiste a mi taller. Cada día es distinto.

 

Cada año eres invitada a diversas muestras internacionales de cerámica, a veces para exponer tus obras y otras como jurado ¿De cuál de todos los países que haz visitado tienes un recuerdo inolvidable?

Hay países que por motivos culturales me impactan más mágicamente, pero en cuanto a la calidad de la cerámica siento que Japón tiene una variedad de expresiones, un rigor en el hacer y poesía, que dejaron huella en mi. Huella en lo humano, en lo profesional y artístico. Sin embargo, todos los viajes me han servido para ampliar mis horizontes, para aprender. En Japón conocí grandes ceramistas. Los he conocido en diversos países, pero la diferencia es que en Japón los maestros que viven la cerámica cotidianamente, están conectados a la tradición y al mundo contemporáneo. Están insertos en forma vital en la cultura del país. Las ceremonias, las comidas, la estética, todas estas cosas están estrechamente ligadas a la cerámica. Es parte viva de la vida japonesa.

 
Como jurado en concursos de cerámica, ¿qué tienes en cuenta a la hora de elegir la mejor obra?

Como jurado y como persona valoro el rigor en la factura, la poesía, la identidad propia en la obra.

 
¿Cómo te defines a ti misma como artista, cuál es tu estilo escultorico y qué quieres transmitir con cada obra?

No me propongo tener estilo, pero estoy clara que para trascender como artista es bueno tener un vocabulario reconocible. En mi caso, siento que ese vocabulario propio debe fluir desde mi misma. Si fluye, fantástico. Si no fluye en ese momento es porque no soy tan coherente. Y me es mas importante ir aceptando esas contradicciones que cultivar en forma consciente un estilo reconocible. Es decir, me importa mas dejar que el contenido se revele, lo que sea, y en la forma que sea. Sin embargo, las mas de las veces, sin pensarlo, recurro a mi caligrafía habitual para expresarme.

 
Es cierto que la cerámica gres sufre una "metamorfosis" en cada cocción a tan altas temperaturas y que la obra "termina siendo lo que quiere el horno" como dicen algunos. A veces eso es motivo de frustración o una sorpresa fantástica para muchos ceramistas. ¿Qué recomiendas a los que están empezando para no frustrarse en el primer intento?

Sí claro. La cerámica se transforma en un material permanente, producto de la alta temperatura del horno. Queda en evidencia lo que uno creó, ahora convertido en un objeto o escultura. Eso puede asustar. De hecho, a menudo siento aprehensión por la responsabilidad que significa crear tantos objetos que pueden durar siglos. Pero no me parece que sea el horno el que decide. Creo que el grado de incertidumbre que hay en el oficio de ceramista está en directa proporción al conocimiento que se tenga del proceso.




También es proporcional a la capacidad para manejar, con rigor, cada una de las muchas etapas del desarrollo de una obra. Porque en cada una de esas etapas hay múltiples aspectos que tomar en cuenta. La ventaja de que hayan tantas variables, es que nunca acabamos de asombrarnos, seguimos teniendo hallazgos y la materia y el fuego nos proponen nuevos caminos. Por eso, cuando una obra sale del horno, también nos está diciendo lo mucho que tenemos que aprender aún. Y eso es fascinante, es lo que me impulsa a seguir y seguir.

 
¿Cuáles son las tres palabras que caracterizan a un ceramista?

Pasarlo bien creando.

 
¿Disfrutas más haciendo cerámica escultórica o utilitaria?

Me atrae transitar entre ambas. En la cerámica utilitaria encuentro interesante el tener que crear con parámetros dados por la función. Encontrar la libertad creativa dentro de límites establecidos. También me gusta el desarrollo gradual de las ideas a través de una lenta repetición reflexiva. En cambio, en la escultura puedo liberar la gestualidad a otra escala, experimentar caminos con menos restricciones. Me permite trabajar formatos mas grandes, los que además de implicar un desafío en lo técnico, me retan a encontrar soluciones libres aceptando a la vez las tensiones y límites que tiene la materia. También trabajo obras de pared, un aspecto de la cerámica que me gusta mucho.

 
¿Creas una obra pensando en qué lugar va a estar esa escultura en el futuro o solo disfrutas del proceso?

Sería el ideal, esculpir a la vez el espacio que rodeará la obra. Pero es una situación que se da muy a lo lejos. Generalmente no sé a donde va a ir a dar la escultura. Las obras utilitarias sí las pienso para la mano, los labios, la mesa.

 
¿Cuál es la etapa que más te gusta de la cerámica hasta convertirse en gres?

Como no hago una escultura similar a otra, o en serie, el inicio de mi trabajo escultórico está marcado por la angustia. Es un paso al vacío en el que inicio un viaje a lo desconocido. Una vez que tengo estructurada la obra, empiezo a disfrutar a medida que soy capaz de ir resolviendo los detalles, hasta que decido detener la acción sobre la materia. En cambio, en cerámica utilitaria trabajo en un mismo día varios objetos relacionados entre sí, aunque no iguales. Ello me permite, desde un comienzo, un sentir mas pausado, menos ansioso y mas placentero. De principio a fin.

 
¿Qué pieza de otro artista es la que más atesoras en tu casa?

No puedo elegir. Sería muy difícil. No las atesoro a todas por igual, pero son muchas las que siento especiales. Me acompañan en la vida de distintas maneras. Igualmente sería difícil nombrar una obra mía como preferida. Hay, en cada etapa de mi desarrollo, una que es mas significativa que otras. La que en ese momento abrió nuevas puertas, por así decirlo.

 
¿En tu familia, alguien más ha aprendido de ti y se ha interesado por la cerámica? Cuál es el mejor consejo que le das?

Hasta ahora, nuestro nieto de nueve años es el único que dice que en el futuro será ceramista. Nuestros hijos se inclinaron, como mi esposo, por la ciencia. Y nuestra hija es psiquiatra. Todos, eso sí, aprecian el arte, lo disfrutan y entienden. Y al fin y al cabo, creo que eso es lo que importa. Mientras mas cosas podamos entender, aumentan nuestras posibilidades de asombro y de maravillarnos. Y junto con ello, crece nuestra capacidad para reflexionar y disfrutar de la vida.

 

Texto y fotos: Lila Vera


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