Nos cuenta que usa principalmente colada de porcelana. "Recolecto objetos, les saco molde en yeso y los reproduzco en porcelana. La mayoría de las veces los dejo blancos sin esmalte pero últimamente aplico esmalte transparente y oro. Trabajo con la fragilidad, con la memoria, con la idea de quebrarse y rearmarse. Eso se hace evidente en la elección de materiales y en la manera en la que están trabajados. Se notan los restos de los moldajes, la quebrazón real de las formas y la manera en que interactúan entre sí en pequeñas escenas. Hay una constante construcción y destrucción desde lo físico a lo conceptual."

 
¿Qué te provoca el valor intrínseco de la elegancia y delicadeza de la porcelana?

La porcelana es un material con una carga histórica enorme, y me ayuda al asociarse a tradiciones antiguas y ritos perdidos de otras épocas. Evoca tradiciones familiares, tardes de tomar el té, objetos preciados como lozas que se guardaban para ciertas ocasiones, en general heredadas una y otra vez. Son objetos delicados que guardan las memorias y que de cierta manera están obsoletas. Ya que trabajo con la memoria afectiva, creo que es un material que se adapta bien a las ideas con las que trabajo.

 
¿Recuerdas cual fue tu primer pieza, de qué trataba y como la creaste?

Siempre he estado ligada a lo artístico desde muy chica. Pintaba, pésimo, hasta que entre a la universidad y descubrí otras técnicas. La primera taza la hice estudiando en Estados Unidos. En Oaxaca (México) me tocó ver como trabajaban los artesanos con la cera de abeja. Al volver a USA la quise incorporar a mi trabajo. Estaba estudiando la implicancia de los objetos domésticos en la memoria emotiva. Aprendí a hacer moldes e hice una taza inglesa con ese material.

 
¿Sientes que la porcelana te ha dado la oportunidad de trasformar tu arte? De qué manera?

La elección de la porcelana fue para mi un proceso inverso a la mayoría de la gente que se interesa en la cerámica. Decidí aprender porque ya trabajaba con la forma de la taza de té y sentí que necesitaba conocer el proceso original que generaba esa forma que aparecía de manera obsesiva en mi trabajo. Fue una búsqueda que tenía más que ver con el concepto que con el material. El largo proceso de la porcelana hace que constantemente me sorprenda, me interesa hacer visibles las huellas de ese proceso. Los moldes marcan las figuras y muchas veces están rotas o con pedazos deformados. Esos “errores” los aprovecho para hablar de la desintegración y la fragilidad.



¿Alguna vez haz pensado en trabajar con la cerámica gres?

Me parece un material precioso pero tiene algo más tosco que creo que no va bien con lo que yo trato de expresar. El blanco y la finura de la porcelana funciona mejor con mi temática por ahora.

 
¿Cuál es tu sensación al momento de trabajar con tus manos un material tal frágil como la porcelana?

Necesito concentración total, que es algo que me cuesta. Soy una persona acelerada y por lo mismo tiendo a ser torpe. La porcelana me ha obligado a hacer las cosas más lento. Lo que ayuda es que soy muy obsesiva y matea en mi trabajo, eso me hace repetir las figuras un millón de veces y experimentar hasta que logro lo que quiero. En el proceso me encuentro con muchos errores afortunados que sugieren otros caminos.

“Hago ballet clásico y baile contemporáneo tres veces a la semana. Me enfoca y me calma el concentrarme cien por ciento en el cuerpo, el ritmo y la música.”
 
¿El corazón puede ser frágil y tenaz al momento de crear?

Creo que el corazón siempre es frágil y la fuerza para mi es tener la valentía de mostrar esa fragilidad. A veces cuesta quebrarse a la vista de otros. Creo que los artistas tenemos la tremenda suerte de trabajar hurgando en nuestros puntos débiles, ayuda a verlos y a trabajarlos.

 
¿Haz pasado por momentos de fragilidad mientras trabajas en tu arte?

Hay un dicho que dice “What is bad for you heart is good for you art” (Lo que es malo para tu corazón es bueno para tu arte) No hay frase más cierta. La rabia y la pena son motores para mi trabajo, en momentos de tranquilidad soy menos productiva. Generalmente trato de que las cosas tengan su lógica propia pero son un reflejo inequívoco de lo que estoy viviendo. En momentos oscuros la obra es definitivamente más triste.

 
Tus obras están marcadas por la suprema blancura, el color de la perfección y lo Zen. Te consideras perfeccionista?

Soy muy perfeccionista en mi trabajo y un desastre en el resto. Mi taller es un caos y para qué decir mi auto y mi closet. El universo dentro de la obra es prístino, pero solo ese espacio se mantiene así.

 
Sobre los títulos de tus obras. ¿Cómo logras esa conexión poética entre las palabras y tus escenas en porcelana?

Leo mucho en mi tiempo libre y



las frases o palabras sueltas en la literatura muchas veces me resuenan con lo que me da vueltas en la cabeza. Leo con una libreta al lado y voy anotando lo que me llama la atención. Luego las escribo en post-its y los pego frente a mi escritorio en el taller. Cuando trabajo leo las frases sueltas y me ayudan a definir la idea de lo que estoy tratando de lograr. Se transforman en los títulos de las obras. Me importa mucho que la gente los lea, creo que expanden el significado de lo que hago. Por ejemplo hay una obra con una taza blanca e insectos que se llama “Debajo de mi lengua” Los títulos no son una descripción de la imagen sino que otra capa de significado, trato que empujen la obra hacia adelante.

 
¿Los insectos tienen la reputación de ser criaturas repulsivas y aterradoras para muchos, pero los haz incorporado fácilmente a tu arte. ¿Por qué te llaman la atención, cómo o dónde los consigues?

Los incorporo como elemento disruptivo en la escena, como agentes de cambio. Me llama la atención su forma, sobre todo de los que tienen cuerpo duro como los escarabajos o ciervos volantes. Son muy perturbadores, de formas rarísimas, lindos y aterradores al mismo tiempo. Los consigo recolectándolos por todos lados. Rara vez los mato, pero confieso que cuando alguno es demasiado tentador recurro al insecticida.

“El largo proceso de la porcelana hace que constantemente me sorprenda. En el proceso me encuentro con muchos errores afortunados que sugieren otros caminos.”
 
¿Haz trabajado alguna vez contrareloj para una exposición?

Siempre!!!! Doy vueltas y vueltas hasta que falta muy poco tiempo, lo que pone a la galería y a la gente a mi alrededor muy nerviosos. En ese tiempo estoy armando la obra en mi cabeza. Al final termino todo y parto a montar la exposición directo. Ahora estoy tratando de avanzar con más calma por la lentitud del proceso y porque tengo problemas con fotografiar todo a tiempo para la prensa.

 
¿Cómo crees que ha evolucionado tu trabajo desde tus inicios con la cera de abeja?

Me parece que he ido incorporando otros elementos y materiales, pero siento que la motivación central sigue siendo la misma desde que estaba en la universidad. Uno cambia, aprende y crece, pero lo que mueve a cada persona siempre está ahí en la base.




¿Cuánto haz aprendido en estos últimos años sobre la porcelana y a donde te diriges en lo conceptual?

He aprendido mucho pero me falta muchísimo más. He tenido la suerte de cruzarme con gente tremendamente generosa como Teresita Marín y Francisca Valdivieso. De a poco hay que aprender lo básico para hacer el camino propio. En lo conceptual me interesa pulir las ideas para que cada vez queden menos cabos sueltos, que la obra funcione completa y no haya partes disonantes, pero creo que es algo que no termina nunca.

 
¿Además de la escultura que otro arte te hace sentir más conectada contigo misma?

Hago ballet clásico y baile contemporáneo tres veces a la semana. Me enfoca y me calma el concentrarme cien por ciento en el cuerpo, el ritmo y la música.

 
¿Cómo es un día tuyo desde la mañana a la noche?

Me despierto a las 6:15 para levantar a mi hija, en las mañanas voy a mis clases de baile o al taller de cerámica de Teresita y después a mi taller durante la tarde. Soy bien rutinaria.

 
¿Qué aroma te gusta, cuál es el ultimo libro que haz leído y una película que te haya marcado? ¿Tienes un lugar preferido en el mundo?

Me gusta el aroma del cilantro, la albahaca y la cera de abeja. El último libro que leí fue Aquí y Ahora, las cartas entre John Coetzee y Paul Auster. Ahora leo “Almas grises” de Philippe Claudel. Las películas, veo de chincol a jote. Desde comedias bien tontas de Hollywood hasta cine arte. Me gustan las películas con una estética marcada y surrealista como Moulin Rouge o El Gran Hotel Budapest pero una de mis favoritas es Once que es simple y sin pretensiones. Evito las de terror y las extremadamente violentas, y lloro siempre en todas, hasta en las de niños. Mi lugar preferido en el mundo es donde esta mi historia, mi casa, mi taller y el sur de Chile, rodeada de mi gente y muchos libros.

 

Texto y fotos: Lila Vera

www.tocornal.com


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